Cuando me disponía a escribir la crónica de la clásica más antigua del calendario (1892), más conocida como “La Decana”, mis párrafos iban dirigidos a encumbrar al “Squalo dello stretto” Enzo Nibali (con ese nombre tiene que ser un crack), por el ataque soberbio en la cota de Faucons y por su consiguiente descenso en solitario con una fuerza inusitada más propio de Cancellara. Pero no contábamos con un kazajo de nombre Maxim y apellido Iglinsky, que emuló al que seguramente sea su ídolo, Alexander Vinokourov, y con un ritmo infernal, que Purito (único español que dio la cara) no pudo seguir en la cota de San Nicolás, le llevó hasta el italiano que acariciaba la gloria con la llema de los dedos.
El kazajo ya contaba con una Strade bianche en sus piernas y alguna victoria y puestos de prestigio, pero ganar uno de los cinco monumentos está al alcance de muy pocos y todo eso gracias a que su compañero de equipo Vinokourov le había comentado días antes, que podía ganar esta carrera y que confiara en sus posibilidades.
Por lo demás, una pobre imagen de Valverde en las Ardenas, pero que no restan para nada la temporada que está haciendo y lo que va a hacer en lo que resta.
Y ahora, en lugar de la habitual crónica sátira del último día de la porra (debido a que lo redacté el Lunes y pensé que estaba publicado; no tengo ganas de reescribirlo y me guardo algunas críticas para el Giro) recordaré que, aunque las Clásicas 2012 han finalizado, aún queda la Copa del Mundo y que se retomará en Agosto con las Clásica San Sebastián (momento en que habrá otra tanda de cambios).
Nos vemos en Dinamarca.
Clasificación Clásicas de Primavera
Clasificación Copa del Mundo